#ElPerúQueQueremos

“Juan Ojeda pudo haber tenido el mismo destino de Alejandra Pizarnik”

Entrevista a Alfredo Villegas Oromí, Premio Nacional de Literatura de Uruguay 2018

Publicado: 2019-11-03

El escritor uruguayo Alfredo María Villegas (1955) ha ganado el año pasado el premio literario más importante de su país. En su paso por la Feria del Libro de Nuevo Chimbote (Felinch)pudimos dialogar sobre poesía en la que él ha podido desenvolverse por más de 45 años de su vida. En la conversa teníamos que hablar de todas maneras del gran poeta chimbotano Juan Ojeda, cuya obra poética lo ha impresionado. La cita fue en el hotel Buenos Aires cerca de la Plaza Mayor.


                                          Entrevista: Viscely Zarzosa Cano

¿Le habían hablado de Chimbote antes de ser invitado a la Felinch?
No conocía nada de esta ciudad. La única referencia que tenía es que cuando era chico la marca de leche (manjar blanco) se llamaba Chimbote en Uruguay. Ahora ya no existe. Es la única referencia que tenía. El mejor manjar blanco que se comía en mi país se llamaba Chimbote. Me acuerdo que venía en una caja redonda de cartón. Lo más rico era raspar con la cuchara lo que quedaba dentro.
Usted ha dado una conferencia sobre la poesía de Juan Ojeda. ¿Cómo descubre la obra del poeta chimbotano?

El año pasado, Augusto Rubio me invita a la Feria Internacional del Libro de Trujillo justo cuando había ganado el Premio Nacional de Literatura de Uruguay. Y yo creo que Augusto vio algo en mi libro, pues me dijo tenía puntos de contacto con Juan Ojeda. Entonces, cuando me invita para este año, me dice que me va a mandar el libro de Ojeda (Elogio de los navegantes) y me pide que como uruguayo, que no conoce el entorno ni nada, le dé mi opinión como poeta. Bueno, leí el libro y quedé deslumbrado. Me parece un libro excepcional. Yo creo que Ojeda es uno de los mejores poetas del Perú. 

Yo vengo muy seguido al Perú. Siempre llevo libros de grandes poetas peruanos a mi país. Te hablo de José Watanabe, César Calvo, Blanca Varela. Y siempre llevo antologías. Me puse a buscar algún poema de Juan Ojeda en estas antologías y no encontré nada. Entonces me llama la atención y hablé con Augusto y me dice que Juan Ojeda es un poeta invisibilizado en el Perú, pues no es limeño, es provinciano y no está en contacto con el grupo de élite.

¿Y usted cree en los críticos?
Yo no creo en los prólogos ni en los críticos en general. Una buena crítica a una mala poesía no la mejora y una mala crítica a una buena poesía no la empeora. O sea la poesía se defiende a sí misma. Y creo que eso pasa con Juan Ojeda, pues tiene una poesía que se defiende a sí misma.
Muchos consideran que la poesía de Juan Ojeda es para cultos. No es fácil acceder por su alta carga filosófica.

Es probable. Pero fíjate en una cosa. Juan Ojeda no está muy lejos de Alejandra Pizarnik en cuanto a su voz poética. No los comparo. Pizarnik es una poeta enorme, pero está muy cerca. Si uno lee a Pizarnik, te das cuenta que no es una poesía comprensible a primera lectura; te tiene que llegar. Creo que pasa lo mismo con Juan Ojeda; sin embargo, Pizarnik tiene una popularidad, sobre todo en los jóvenes y tiene toda una fama mundial. Ojeda hubiera merecido el mismo destino si se le hubiera apoyado. 

Pero después de todo yo creo que la poesía no está para comprenderse. La peor pregunta que alguien me puede hacer y me pone de malhumor es que me digan qué quise decir con este poema.

¿El poeta no tiene que explicarles a los lectores sobre lo que escribe?
No. Es que no se trata de lo que yo quise decir. No importa lo que yo quise decir, sino qué es lo que te hizo sentir a ti, qué te movió a ti este poema. Y si me responden que no le movió nada porque no lo entendí, bueno este poema no era para ti. Pero si me dice que el libro sí le llegó y le hizo pensar en cosas que ha vivido, entonces tú has completado el poema. Es decir, el lector puede identificarse con algunos versos de un poema y le pone su historia. Porque para mí hay palabras que pueden significar algo. Soledad, por ejemplo, puede ser una soledad elegida, o sea yo me retiro en soledad para escribir, meditar o descansar y otra cosa es soledad como destino donde estoy solo y no puedo escapar de esa soledad. También puede significar el aislamiento de una población. Entonces si yo escribo la palabra soledad en un poema, depende de quien lo lea y cuál sea su experiencia, cada uno le va a dar un sentido. Yo creo que el lector completa la obra. Un poema que no se lee, es un poema que no existe. Si un poema lo guardo en un cajón, nunca será un poema. Un poema existe cuando hay un lector que le carga su historia. Entonces ahí el poema cobra vida.
¿Cómo trabaja usted un poema?, ¿respeta alguna metodología?
Yo lo que hago es escribir cuentos cortos después de escribir un libro de poemas como para aflojar las tensiones interiores. En la poesía hay cosas que me pasan. Yo no creo en la inspiración. Yo no creo que si estoy sentado acá va a bajar una musa, me inspira, escribo un poema y me sale bien en una. Yo sí creo en la observación y en la tensión. Al igual que los músicos y pintores, los poetas tienen que estar atentos. Hay algo que nos diferencia de las personas que no tienen este arte. Yo voy por la calle y escucho una palabra en una conversación que sostiene una madre con su hija. Esa palabra como que me impacta y me obliga. Entonces llego a mi casa y escribo esa palabra y empiezo a pensar alrededor de ella. Y así sale lo que yo llamo un “protopoema”, o sea un proyecto de poema que yo lo tomaría al día siguiente y lo corrijo. Y después lo guardo en un cajón un tiempo que puede una semana, diez días, un mes o un año y lo saco del cajón. Y cuando ya me olvidé de lo que me produjo el poema ahí empieza la etapa creativa. Crear en poesía es: ver, olvidar y recrear. Anoche (24 de octubre del 2019) me pasó en el viaje en el ómnibus. Pude ver el desierto, esa inmensidad terrible que pueden tener ustedes desde la ruta hasta el mar. Es un desierto de arena que es increíble. Yo ya lo conocía cuando estuve en Chan Chan. Entonces me di cuenta que había una especie de duna que era muy puntiaguda. En ese momento se me vino una frase: el desierto camino sobre el filo de una navaja. Finalmente cambió porque lo corregí esta mañana (25 de octubre). Y en vez de “camina” puse “vaga”. Y de esa frase surgió un poema. Lo tengo ahí, lo escribí anoche, aún no lo he considerado terminado. Faltará un tiempo para culminarlo, pero surge a través de esa observación.
¿Cuál es el tiempo máximo que se tomado para corregir un poema?
Depende. Yo tengo muy pocos poemas que he escrito de un día para otro, pero he escrito poemas que tuvo meses. Es la desesperación por encontrar la palabra justa que no sea la palabra ordinaria. Yo no escribo con métrica ni con rima, sino en verso libre, lo que no significa que no he escrito algunos sonetos, pero son al estilo borgiano. Son sonetos en los que cada verso no es una unidad, sino continúa con el verso siguiente. Y el punto puede estar en el medio del próximo verso. Pero yo escribo en verso libre en el que pare mí el ritmo es fundamental y no me gusta la repetición de palabras, como los sustantivos en un mismo poema. No me gusta enamorarme de los sustantivos y usarlos en varios poemas. Yo siempre trato de buscar la palabra justa y a veces pasan hasta dos meses cuando no la encuentro y el poema aún no está terminado.
Como decía el poeta Arturo Corcuera: “tienes la idea, pero no la palabra”.
Exacto, es que es así. Las palabras que te vienen son ordinarias que usan todos. Entonces yo creo que un poema es una creación. No puede ser igual a otro. Yo dije en un vídeo que envié para la Felinch: un poeta es lo que ha leído. A mí me preocupa mucho cuando un poeta joven me dice no ha leído a nadie, que solo escribe por inspiración. Entonces ni si quiera lo leo porque sé va que va a ser un desastre, salvo que sea un César Vallejo, pero no hay otro Vallejo. Yo creo que es importante leer a grandes poetas, no para que te contagien, sino para entender la mecánica y la profundidad de la poesía. Evidentemente en mi juventud, en mis primeros poemas, yo tenía una fuerte influencia de la generación del 27 de España, porque yo admiraba a esos poetas: Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas. Estos poemas están inéditos y les he prohibido a mis hijos que los publiquen cuando me muera. Son poemas de juventud, son malos; reniego de ellos, pero los amo porque me recuerda al joven de 16 años que fui cuando empecé a escribir. Con el tiempo uno va encontrando su propia voz y la vas haciendo. Ya luego podrás decir que has alcanzado a la poesía.
El escritor chimbotano Fernando Cueto considera que la poesía es un don. Lo tienes con el nacimiento o no lo consigues nunca. ¿Coincide con él?
Estoy totalmente de acuerdo. A mí encanta el piano. A mí me hubiera gustado mucho tocar el piano desde muy chico; sin embargo, sería un pésimo pianista porque no tengo el don. A mí me hubiera gustado muchas cosas en la vida, como ser pintor, pero no tengo la habilidad, soy incapaz de pintar. Yo pinto como un niño de diez años. O sea me gusta la pintura, me quedo horas mirando cuadros porque me encantan, pero sería incapaz de pintar. Yo creo que también sucede en todas las profesiones. A ti te gusta la arquitectura, pero tus padres quieren que estudies contabilidad. Eso quiere decir que vas a ser un mal contador porque tu espíritu está en la arquitectura. Entonces en este asunto sucede lo mismo. Fíjate que los primeros hombres hacían pictografías que eran arte y que iban evolucionando. O sea tú vienes con ese bichito, pero si tú no lo despiertas nunca vas a ser un poeta.
Son momentos agitados para América Latina. En Venezuela la gente huye por la crisis económica. En Chile la gente se está movilizando y se enfrenta al gobierno de Sebastián Piñera. Y en el Perú estamos sin Congreso tras ser este disuelto por el Ejecutivo. ¿Cómo está la situación en Uruguay?
Uruguay es un país más tranquilo. Hay una frase famosa que dice: el día que se acabe el mundo, el apocalipsis va a llegar a Uruguay cuarenta años después. En mi país uno puede ver desde la tribuna de un estadio a tres expresidentes juntos, así sean de partidos opuestos y hayan tenido enfrentamientos terribles durante la batalla política. Eso creo que en Argentina y Perú es imposible. Allá los presidentes van caminando sin custodia por las calles, como también los ministros. Hay una política republicana porque una cosa es la república y otra es la democracia. Creo que esta última es una forma de elección y la república es una forma de construcción. Puede haber república si hay democracia, pero puede haber democracia sin república. O sea cuando esa democracia es una forma electoral y no una forma de gobierno. El voto es una parte del proceso democrático. O sea por más que yo gane no puedo imponer mis ideas porque no soy presidente de lo que me votaron, sino de todo un pueblo incluso de lo que no votaron por mí. Eso es muy difícil de comprender en varios países, pero no pasa lo mismo en Uruguay. Hay enfrentamientos, discusiones, huelgas como en todos lados. Hay un consejo de expresidentes de todos los partidos que se reúnen para decidir los temas importantes. Eso es inédito en Latinoamérica. No ocurre ni en Estados Unidos. En Uruguay hay elecciones y se vive toda una fiesta. Uno puede ver en las calles a chicos de distintos partidos políticos entregando sus boletas a la gente y no se pelean e incluso están conversando. Siempre los encuentras mezclados con sus banderas. Es una campaña limpia. Hace poco hubo debate de los candidatos en televisión. Hubo diferencias, pero no agresiones ni violencia.
Usted estudió ingeniería agrónoma, pero terminó dedicándose a la literatura…

Yo conozco abogados, médicos y arquitectos poetas. Yo empecé a escribir a los 15 años. Mi primer libro lo publiqué a los 17 años. Me residía de ingeniero agrónomo de los 22 años. Elegí la ingeniería agrónoma porque no me gusta la ciudad, sino el campo y la naturaleza. Y eso se nota claramente en mi poesía. Creo que es la belleza de lo agreste. Yo creo que ahí convivían el agrónomo y el poeta. Yo empecé a estudiar agronomía y letras. Mi asesor y consejero fue un sacerdote quien era mi profesor de literatura. Él me pregunto si yo tenía una estancia propia y yo le respondí que no, pero yo quería vivir en el campo. Él me dijo que no iba a poner vivir en el campo si no era ingeniero agrónomo, pero que si podía ser poeta sin estudiar literatura. Incluso es probable que el profesor de literatura en busca de la perfección mate al poeta. Entonces estudié agronomía y escribo poesía. Hace diez años dejé mi profesión de agrónomo por distintas cuestiones, pero me dediqué a la poesía toda la vida. No es que esperé dejar la agronomía para empezar la poesía. Yo escribía poesía toda mi vida. Tengo más de 45 años escribiendo poesía.


Alfredo Villegas Oromí (Buenos Aires, Argentina, 1995). Ciudadano uruguayo. Ingeniero agrónomo. Ha publicado quince libros de poemas entre los que destacan: Luna de Piedras – El canto de Quilla Rumi (2014), El verdadero nombre de las cosas (Premio Fundación Victoria Ocampo, Argentina, 2010), Montevideo al Sur (Premio Fundación María del Villar, España, 2005), Templos de Papel (Primera Mención de Honor Certamen Nacional Fundación Argentina para la Poesía, 2015), Pampeanías (Primera Mención de Honor dela Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, 2009), entre otros. También fue distinguido por su labor literaria con Pluma de Plata 2015, otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía (2015), Premio Morosoli a la Cultura Uruguaya (2015), entre otros. Sus poemas fueron traducidos al árabe, inglés, italiano, francés y portugués. “Un lugar en el tiempo” es su primera novela. El año pasado obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Uruguay 2018.


alfredo villegas a lado del entrevistador viscely zarzosa en la felinch


Escrito por

Viscely Zarzosa

(Chimbote, 1994). Ha estudiado Comunicación Social en la Universidad Nacional del Santa.


Publicado en